La tarde no auguraba lo mejor. Era viernes por la tarde y me
acercaba con mi coche a la sierra, eran cerca de las seis de la tarde y
había unos grandes nubarrones grises y mucho viento. Además estamos en
mayo, un mes muy poco propicio para la observación del lobo, estos están
comenzando la época de cría. Posiblemente la mayoría de las hembras, si
no todas, han dado la vida ya a sus cachorros de color azabache. En
esta época la pareja reproductora se vuelve aún más esquiva, no quieren
que sea descubierto su lugar más íntimo.
Como decía, además
no eran las condiciones climáticas más adecuadas para la observación de
fauna en libertad. Pero cuando uno se va acercando a la sierra siempre
nota algo especial, aunque haya estado cientos de veces. Al llegar al
punto de avistamiento dejo mi coche y voy notando la emoción de lo que
será un bonito fin de semana. Veo desde lo lejos a mis compañeros de
Signatur que ya están con sus telescopios observando la sierra en busca
de nuestro gran depredador. Me acerco a ellos y nos damos los abrazos de
bienvenida que dan siempre un calor especial después de ya cierto
tiempo. Además conozco a un nuevo compañero experto en la observación de
oso pardo en la cordillera Cantábrica. Un gran placer para mi saludar a
todos.
La tarde no se presentaba muy motivante debido al
viento y la alta posibilidad de lluvia, pero nada más mirar por el
telescopio ya se pueden apreciar las primeras ciervas, algunas muy
jóvenes, las crías del año pasado, y otras adultas, las madres. Al poco
tiempo aparece una de las personas que disfrutarán de la Sierra de la
Culebra durante este fin de semana, le preparo un telescopio y durante
bastantes minutos pudimos disfrutar de la presencia de más de una docena
de ciervas y varios machos al final de la tarde. Cuando se acercaba el
atardecer, este no era rojizo como tantas otras veces, si no que era
oscuro y finalmente con fuerte lluvia que nos hace recoger nuestros
equipos y hace que no podamos disfrutar de la posible presencia del
animal que más deseamos ver.
Durante la noche, ya en la casa
rural lobera más bonita y conocida de la sierra de la Culebra, podemos
disfrutar de la presencia de todos los participantes en este fin de
semana, entre ellos Marcos, que nos deleita con un montón de vivencias
personales en Sierra Morena.
Amanece en la sierra, con un olor
especial, bajo un pinar que ha visto a decenas, cientos, o miles de
lobos, quien sabe. Nos encontramos en el punto de observación que más
alegrías ha dado en el último año. Lobo no vimos, pero su presencia sí.
Después de la espera y de un majestuoso desayuno pudimos encontrar las
huellas de al menos dos de ellos. Andan por aquí, pero no se dejan ver,
son muy astutos y no quieren arriesgarse a ser descubiertos cerca de la
lobera. Durante la actividad de rastreo además de las huellas de lobo
pudimos observar varios excrementos y alguna huella de tejón muy
reciente. Previamente a todo esto gozamos del avistamiento de varios
ciervos machos con las astas aún con borra, un auténtico espectáculo
verlos tan cerca como los vimos.
Después fuimos a Ferreras de
Arriba, donde nuestros amigos venidos desde diferentes puntos de la
geografía española pudieron ver y entender como el hombre se defendía
del lobo antaño encerrando a su ganado en las famosas corralas o
corrales “antilobo”. También estuvimos disfrutando de una espectacular
comida degustando la famosa ternera de Aliste y quesos zamoranos.
Por la tarde pudimos disfrutar de un avistamiento precioso en el que
tuvimos la suerte de ver bastante cerca a varios jabalíes alimentándose.
Eran muy grandes, y al poco tiempo nos dimos cuenta de que era toda la
familia. De repente aparecen los rayones, preciosos y pequeñitos jugando
entre sus padres. Es todo un privilegio poder ver en libertad estos
comportamientos tan naturales. No hubo suerte con el lobo, otra vez la
lluvia nos hizo recogernos antes de tiempo, pero de vuelta a la casa
tuvimos la suerte de ver una pareja de corzos a escasos treinta metros
de nosotros. El duende del bosque, precioso, saltarín y también esquivo
cuando nota la presencia del hombre.
Nos queda una espera, la
del domingo por la mañana, ponemos todas nuestras esperanzas para ver el
lobo en ella y nos dirigimos al punto más conocido de la sierra de la
Culebra. Además de nosotros hay algún grupo más. Muchos ojos, si sale lo
tenemos que ver. El tiempo es mejor que los dos días anteriores, hay
más posibilidades. Vemos muchas hembras de ciervo. Al rato también
empiezan a aparecer machos con la borra, es precioso verlos, algunos de
ellos muy cerca. De repente, dos ciervas que bajan por una ladera a
encamarse. Se asustan, se dan media vuelta y salen corriendo. Por un
momento se quedan en tensión entre unos brezos. Nosotros buscamos con el
telescopio en los alrededores, nos recorre una tensa emoción, pero no
se ve nada. Es posible que haya algún lobo, las ciervas se acercaban a
un pequeño río que tiene mucha vegetación alrededor. Muchas veces la
loba ha criado por ahí.
Nuestras esperanzas se acaban, se
hace tarde, no siempre se ve al lobo, es difícil, pero la sierra está
llena de fauna, tenemos la gran suerte de ver volando muy cerca de
nosotros al cuco. Se posa varias veces muy cerca de nosotros y nos
deleita con su precioso canto, tenemos la gran fortuna de fotografiarlo y
de poder grabarlo varias veces con nuestras cámaras.
Pero la
gran suerte para mí, es poder conocer a las personas que les puedo
enseñar la sierra de la Culebra, mi sierra, la de mi tierra zamorana, la
del lobo, el único lugar de este país donde siempre ha habido lobos,
donde espero que siempre los haya y que aunque no se vean, sé que están
ahí. Y la gente que viene conmigo y con Signatur también lo sabe, y lo
disfruta, porque lo más bonito de esto es poder conocer a gente que ama
el lobo y que se marcha satisfecha y enamorada de mi tierra y del lobo
aún más que cuando llegó por primera vez, aunque no lo vea.
Porque es una gran suerte para mi trabajar con los mejores expertos del
lobo de este país, porque me han dado la oportunidad de disfrutar de un
fin de semana fantástico y me permiten conocer a gente genial y amante
de la naturaleza. Gente que para siempre tendrá un recuerdo en mi mente y
un gran hueco en mi corazón.
Juan Pablo Martín,
Guía de Signatur