¡Quien dijo niebla! O
de cómo observar lobos.
De todos es conocido, o por lo menos en el mundo lobero, que
el que quiera observar lobos en libertad con un alto porcentaje de probabilidad
debe de ir a la zona de España de mayor densidad de lobos, La sierra de la
Culebra, en la provincia de Zamora, también es verdad que en los últimos años
se están prodigando los avistamientos de forma habitual en otras zonas en las
que antes observa al cánido en su medio era una tarea complicada, pero este
tema, el de otras zonas loberas lo
abordaremos en otro blog.
Pues esta meta es la que nos propusimos este fin de semana,
el segundo de diciembre del año en curso. Nos planteamos la salida como una
jornada de formación, la intención era simular una salida como las que ofertamos
de fin de semana, con las tres esperas pertinentes, dos de mañana y una de
tarde, completando el resto del día con la observación de otras especies de la
zona.
La salida hacia el lugar de lobos se realizo el viernes para
poder estar ya en nuestro territorio lobero la noche del viernes y que le
madrugón no fuese tan exagerado. Sabíamos de antemano las horas de salida de
Sol y su puesta, controlando los tiempos de llegadas a los lugares de
avistamiento y así saber la hora de diana.
La verdad es que no pintaba nada bien lo que nos deparaba la
climatología, y más sufriendo la presencia de la niebla desde casi 100 Km. antes de llegar a
nuestro destino. Ya estábamos comprobando de camino la previsión del sábado y
el domingo, y de las dos o tres páginas que visitamos en la red todas nos daban
despejado para el sábado y niebla el domingo otra vez, era un respiro!. Pero
una vez llegados a Villardeciervos y hablando con los lugareños se nos vino
otra vez el mundo encima, llevaban cinco días sin ver el Sol, la niebla no les
dejaba, así que nos fuimos a descansar con los “puños apretaos” para ver si
despejaba de mañana.
Vuala!!, siete de la mañana, nos asomamos y con un cielo
negro salpicado de estrellas respiramos tranquilos. A prepararse con todos los
“archiperres” y a la zona de espera. No más de veinte minutos en coche nos
separaban de la pista donde nos íbamos apostar para intentar ver al lobo, tres
carretas comarcales teníamos que coger para llegar, y en todas ellas en algún
Km, en la cuneta nos encontramos con señales que indicaban precaución por paso
de fauna salvaje, como no podía ser de otra manera, uno de nosotros solo la
frasecita: ¿Te imaginas que se nos cruza un lobo?, la respuesta fue inmediata:
jajajaja, no caerá esa breva. Pues cayó, vaya que si cayó, en el último
trayecto, dentro ya del territorio de la manada que queríamos intentar
observar, a diez metros del morro de nuestro coche, cruzan dos ejemplares de
lobo ibérico la carretera, uno, el primero grande fuerte y muy oscuro y otro a
dos metros de él, mas enjuto, más claro, menos aparente. Momentos de tensión…….
los pelos como escarpias y casi pellizcándonos las carnes para comprobar que no
estábamos soñando, efectivamente nos habían cruzado dos lobos la carretera a
diez metros de nuestras narices. No paramos el coche, por ética y principios,
no quisimos interferir, continuamos y cuando llegamos al lugar de espera,
tartamudeando, rememoramos los diez segundos de la aparición fugaz de los dos
ejemplares para, imagino, comprobar que los dos habíamos visto lo mismo. “El
señor de la niebla” se había cruzado en nuestro camino, augurio de mas
sorpresas.
¡Quien dijo niebla!
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