jueves, 29 de diciembre de 2016

¡Quien dijo niebla!



¡Quien dijo niebla! O de cómo observar lobos.

De todos es conocido, o por lo menos en el mundo lobero, que el que quiera observar lobos en libertad con un alto porcentaje de probabilidad debe de ir a la zona de España de mayor densidad de lobos, La sierra de la Culebra, en la provincia de Zamora, también es verdad que en los últimos años se están prodigando los avistamientos de forma habitual en otras zonas en las que antes observa al cánido en su medio era una tarea complicada, pero este tema, el de otras zonas loberas  lo abordaremos en otro blog.

Pues esta meta es la que nos propusimos este fin de semana, el segundo de diciembre del año en curso. Nos planteamos la salida como una jornada de formación, la intención era simular una salida como las que ofertamos de fin de semana, con las tres esperas pertinentes, dos de mañana y una de tarde, completando el resto del día con la observación de otras especies de la zona.

La salida hacia el lugar de lobos se realizo el viernes para poder estar ya en nuestro territorio lobero la noche del viernes y que le madrugón no fuese tan exagerado. Sabíamos de antemano las horas de salida de Sol y su puesta, controlando los tiempos de llegadas a los lugares de avistamiento y así saber la hora de diana.

La verdad es que no pintaba nada bien lo que nos deparaba la climatología, y más sufriendo la presencia de la niebla desde casi 100 Km. antes de llegar a nuestro destino. Ya estábamos comprobando de camino la previsión del sábado y el domingo, y de las dos o tres páginas que visitamos en la red todas nos daban despejado para el sábado y niebla el domingo otra vez, era un respiro!. Pero una vez llegados a Villardeciervos y hablando con los lugareños se nos vino otra vez el mundo encima, llevaban cinco días sin ver el Sol, la niebla no les dejaba, así que nos fuimos a descansar con los “puños apretaos” para ver si despejaba de mañana.
 
 
Vuala!!, siete de la mañana, nos asomamos y con un cielo negro salpicado de estrellas respiramos tranquilos. A prepararse con todos los “archiperres” y a la zona de espera. No más de veinte minutos en coche nos separaban de la pista donde nos íbamos apostar para intentar ver al lobo, tres carretas comarcales teníamos que coger para llegar, y en todas ellas en algún Km, en la cuneta nos encontramos con señales que indicaban precaución por paso de fauna salvaje, como no podía ser de otra manera, uno de nosotros solo la frasecita: ¿Te imaginas que se nos cruza un lobo?, la respuesta fue inmediata: jajajaja, no caerá esa breva. Pues cayó, vaya que si cayó, en el último trayecto, dentro ya del territorio de la manada que queríamos intentar observar, a diez metros del morro de nuestro coche, cruzan dos ejemplares de lobo ibérico la carretera, uno, el primero grande fuerte y muy oscuro y otro a dos metros de él, mas enjuto, más claro, menos aparente. Momentos de tensión……. los pelos como escarpias y casi pellizcándonos las carnes para comprobar que no estábamos soñando, efectivamente nos habían cruzado dos lobos la carretera a diez metros de nuestras narices. No paramos el coche, por ética y principios, no quisimos interferir, continuamos y cuando llegamos al lugar de espera, tartamudeando, rememoramos los diez segundos de la aparición fugaz de los dos ejemplares para, imagino, comprobar que los dos habíamos visto lo mismo. “El señor de la niebla” se había cruzado en nuestro camino, augurio de mas sorpresas.


¡Quien dijo niebla!

lunes, 28 de noviembre de 2016

Roble melojo, el Quercus de nuestra sierra.



El roble o melojo, (Quercus pyrenaica. Wild. 1805), es el árbol representativo de la familia de los Fagáceas, en nuestra sierra. Su distribución en toda la cuerda del sistema central permite que disfrutemos del robledal en muchas de las sendas establecidas al efecto. Al melojo lo vamos a poder encontrar a partir de los 800 metros aproximadamente llegando incluso a llegar a los 1600 metros de altitud, a estas alturas ya se va mezclando con el pinar y en la parte más descendente de su distribución con el encinar.


Como árbol caduco, tiene un comportamiento marcescente, o lo que es lo mismo, la caída de la hoja se produce en la primavera con el nacimiento de las nuevas. Esta hoja característica con forma lobulada y gran tamaño se presenta con un aspecto aterciopelado por la presencia de pilosidades tanto en el haz como en su envés. De color verde oscuro en el haz y claro en el envés, se torna a pardo en el otoño, dando el aspecto de haberse secado. Las flores que aparecen en el mismo árbol, tanto las masculinas en forma de amentos como las femeninas solitarias o en grupos de tres o cuatro naciendo en las axilas de las hojas del año anterior, permitían la formación del fruto del roble, la bellota, de aspecto más globosa y más grande que la de la encina, pero que a diferencia de esta presenta una pulpa amarga al gusto, lo que la hace prácticamente incomestible para nosotros pero no para el ganado, que aprovecha este recurso en el otoño con su caída.


En alguna ocasión, algunos de nuestros acompañantes en las sendas guiadas por las rutas ofertadas, han notado la presencia de un “fruto”, de aspecto globoso, como una pelota de ping-pong, y una corona de unas protuberancias en forma de espinas y siempre de color amarronada, confundiéndolo con el fruto del roble. Por regla general este “fruto”, se suele encontrar pegado en las ramas, pero cuando hemos tenido la oportunidad de coger alguno para mostrar lo que es en realidad, las caras de los visitantes iban cambiando a medida que íbamos dando la explicación.


En realidad estos “frutos”, no son tales, se trata de una formación que produce el árbol, denominado “agalla”, o gallaron o agallarón, o abogalla, depende de las zonas cámbia el nombre, pero todas las acepciones significan lo mismo,  se trata de algo que produce el roble para envolver la puesta de un huevo de avispa, en este caso, la avispa del roble, porque el árbol considera que se trata de una amenaza para él, por lo que forma una especie de envoltura para evitar una posible lesión. A la vez el huevo de la avispa sale beneficiado porque se va a ver protegido durante su desarrollo hasta la fase de larva momento en el que hará un agujero en la agalla para poder salir y terminar su metamorfosis, por este motivo nos podemos encontrar agallas con agujero, en las que la larva de la avispa ya ha salido, y agallas sin agujero en las que la larva todavía se encuentra en el interior.


domingo, 30 de octubre de 2016

MADROÑO ARBUSTO DE OTOÑO.

MADROÑO ARBUSTO DE OTOÑO.

Arbutus unedo L. Madroño, madroñera, borrachín en Asturias… Su nombre deriva del latín, “arbolillo”,  “unus” y “edo”, que viene a decir uno solo. La concentración de alcohol de su baya puede producir embriaguez, de ahí, solo comer uno, ya lo decían los romanos, de esta baya no debes comer muchas dan dolor de cabeza y sientan mal al estómago.
El madroño tiene porte arbustivo, aunque puede llegar a alcanzar los ocho metros de altura, su corteza suele ser pardo rojiza manifestándose la característica de agrietarse longitudinalmente.  Las hojas suelen ser coriáceas y persisten todo el año, se parecen mucho a las hojas de laurel (Laurus nobilis).

Las flores cuelgan en forma de ramos  siendo unas inflorescencias características de color blanco amarillento con forma de copa, siendo la época de otoño cuando florecen los madroños, coincidiendo con las bayas del año, por lo que en el mismo pie de árbol podremos encontrar las bayas del año anterior y las flores del presente año, siendo estas las más buscadas por los insectos en esta época del año.


A pesar de no formar bosques, se les suele relacionar con asociaciones de encinar, alcornoques e incluso en el norte de España con robledales y castañares, a pesar de todo el sotobosque al que pertenece cuenta con especies como el lentisco (Pistacea lentiscus), majuelo (Crategus monogina), durillo (Viburnun tinus) y brezo (Erica arbórea).

Podemos definir al madroño como un arbusto piroresistente, siendo una de las especies que primero rebrota desde la raíz después de un incendio, permitiendo mantenerse si no se arranca la raíz.

Para terminar nos quedaría hablar del madroño como parte del escudo de Madrid, donde aparece junto a la figura de un oso (Ursus arctos), reminiscencias de épocas antiguas cuando en nuestra comunidad esta especie de mamífero campeaba a sus anchas por nuestros bosques. Según algunos las imágenes quieren recordar la relación entre iglesia y estado de esa época,  representando cada una de las especies uno de los estamentos, por un lado el estado como dueño y señor de los terrenos y por otro lado la iglesia como la figura  que tenía derecho a explotar los arboles su leña y sus frutos, de ahí la imagen del oso apoyado en el madroño.



Disfrutar del colorido de sus hojas , de sus flores, dé sus frutos, verdes, amarillos, rojos,  en el bosque nos invita como no a probar su baya, el madroño, cómo no!!, de sensación pajiza sentiremos las semillas cuando se rompe en la boca, y no olvidemos que solo se puede comer uno, el segundo será el principio de un dolor de cabeza…….


martes, 25 de octubre de 2016

OTOÑO Y EL CELO DE LOS UNGULADOS



OTOÑO Y EL CELO DE LOS UNGULADOS
Dicen nuestros  mayores:  “Con las primeras lluvias de Septiembre se despierta el celo de los ciervos”, no cabe duda que estas precipitaciones anuncian un cambio de estación, dejamos el verano y recibimos el otoño.

Este cambio significativo de temperaturas, de lluvias, desencadena entre nuestros mamíferos herbívoros cambios hormonales muy importantes. Comienzan las contiendas, comienzan las peleas, comienzan las demostraciones, llega la “berrea” del ciervo (Cervus elaphus), a la que le acompaña la “ronca” del gamo (Dama dama), en definitiva el celo de los dos ungulados más grandes de nuestro país.


Si nos asomamos a nuestros bosque en esta época podremos sentir, podremos oír, e incluso disfrutar de este gran momento para estas dos especies. Haciendo corros los contendientes se retan entre ellos para demostrar nada más que su fuerza, no pretenden nada mas, eso si, a veces los perdedores salen mal parados y quedan heridos, es lo que se tiene que evitar para poder ser el ejemplar que padreara con el harén de  hembras, “pepas”, como las llaman en algunas partes de nuestra península. Estas sesiones duran varios días, hasta que se establecen los harenes con el macho reproductor y hasta una decena de hembras, conquistadas una a una por el anfitrión que gano la contienda. 

Lo mismo le ocurre a los gamos, desarrollan más o menos el mismo procedimiento, pero ellos en vez de berrear, roncan, a pesar de compartir  territorio con los ciervos, prefieren elegir un terreno distante para dilucidar sus diferencias, aunque el enfrentamiento entre los machos de gamos se realiza con sus palas en vez de las puntas de la cuerna del ciervo.


Esta sea quizás la única época al año en la que se reúnen machos, hembras y jóvenes en un mismo territorio, cada uno con su papel, todos  quieren ser participes de este gran momento, las hembras por elegir a su consorte, los machos adultos por demostrar lo que son, y los jóvenes para aprender del más sabio.

En breve y después del celo de los grandes empieza el celo de las cabras monteses, los rebaños de hembras con los jóvenes del año anterior bajan en altura buscando los pastos frescos y los retoños de lo brotado con las lluvias para empezar a ser cortejadas por los grandes machos monteses, a mas negro más edad, a mas edad más experiencia, a más experiencia más posibilidad de formar harén. Los enfrentamientos entre cabras son “sonados”, levantándose de manos y estrellando su testud contra la de su contrario provocan un sonido seco y estruendoso que resuena en toda la sierra. Ellos a diferencia de los grandes ungulados, después de demostrar su fuerza deben conquistar una por una a sus hembras, desarrollando un curioso cortejo a base de “posturas” a cual  más graciosa , adoptan lo que se denomina en la jerga la  “postura del payaso”, arrugando el labio superior y sacando la lengua,  en tono de burla simulado, emitiendo un silbido característico que a veces nos hace recordar a los que emiten los hombres cuando ven a una mujer  guapa.

¡Ya lo han conseguido!, los machos han dejado su semilla, ellos vuelven a su vida solitaria, y ellas continúan en rebaño gestando la progenie que verá la luz con la llegada del buen tiempo y las buenas viandas, la mejor época del año para criar a un retoño, la primavera.

Mientras los corzos tiran sus cuernas para desarrollar las nuevas que les permitirán en el siguiente celo demostrar su fuerza, pero eso ya para la primavera siguiente, ellos van al revés……..


lunes, 24 de octubre de 2016

LLEGADA DEL OTOÑO



LLEGADA DEL OTOÑO
Llega el otoño, se nos va el verano, este año excesivamente largo, algo esta pasando?. Llega la lluvia, se nos va el calor, este año excesivamente caluroso, algo esta pasando?.  Llegan los colores, se va el monocromatismo del pajizo verano, algo esta pasando?

Con el cámbio de solsticio, la naturaleza da un giro de 180 grados, dejamos las altas temperaturas  que obligan a hacer vida crepuscular y entramos en una estación en la que se van acortando los días, todavía sin grandes bajadas del termómetro pero que permiten alargar la estancia de la fauna fuera de las madrigueras. 

El final del verano, para los que nos gusta disfrutar del campo, en el más amplio sentido de la palabra, nos lo suele anunciar uno de los frutos típicos de esta época, la zarzamora (Rubus fruticosus), el fruto de las zarzas ha pasado durante el verano por varios estadios marcados por su cámbio de color, desde el verde de finales de la primavera, al rojo del verano, para terminar con un negro intenso que indica su madurez. Este momento de maduración lo saben muy bien los habitantes de nuestros bosques que encuentran en este recurso un aliado para saciar su apetito, a la vez que le sirve a la planta que los produce para diseminarse por nuevos territorios, tanto mamíferos, herbívoros como carnívoros, y muchísimas pequeñas aves se alimentan de las moras que una vez extraído su condimento en su estómago eliminan las pepitas que si caen en un sitio adecuado, germinarán para formar un nuevo retoño de esta planta pinchuda.

Lo mismo le ocurre al árbol que de alguna manera es el emblema de nuestros bosques mediterráneos, la encina (Quercus ilex ssp), con la llegada del otoño maduran sus frutos, las bellotas, que hacen las delicias de los herbívoros que están esperando esta época del año para acumular las grasas suficientes para pasar el invierno. Es la caída  de la bellota la que nos anuncia la llegada a nuestros campos de un ave europea que solo nos visita durante el otoño, repone fuerzas y pasa el invierno, para que antes de que empiece la primavera migra al norte de Europa donde encuentra los lugares idóneos para la cría, nos estamos refiriendo a la grulla común (Grus grus), ave del tamaño de una cigüeña o quizás un poco más grande, que con su trompeteo surcando nuestros cielos en típica formación en “V” en bando de hasta miles de ejemplares de adultos y los jóvenes del año, de norte a sur, anuncia la llegada de las nieblas mañaneras en el encinar.


Y como no podía ser de otra manera, lo mismo que nosotros procedemos a realizar en estas fechas el cambio de ropa de armario, los mamíferos ibéricos, se preparan para las bajas temperaturas que empiezan a sufrir a partir de ahora  haciendo igualmente su cambio de pelaje, pasan de poseer un pelo lacio a desarrollar un abigarrado pelo en dos capas que por regla general les impide no solo no pasar frío, sino que además hace las funciones de impermeable ante la llegada de las lluvias otoñales.
Os invito a todos a que salgáis a daros una vuelta por nuestras sierras, por nuestros bosques, para disfrutar de lo que se puede observar, a que aprendáis a interpretar lo que os encontráis, y así podréis compartir y transmitir vuestra experiencia con la ilusión de haberla vivido.